Hay noticias tan alucinantes en el mundo de las curiosidades antropológicas que ya nada resulta extraño. No me creo nada y por eso me lo creo todo. Todo es sucedible y posible en el gran teatro de la comedia social, mucho más en los asuntos persistentes del mundo comercial donde la ciudadanía solo es tenida en cuenta por tratarse de bocas que tragan y formas que se desplazan. Que un juzgado admite a trámite por jadear en casa y molestar a un vecino va configurando el mundo de querellantes a la medida de los que necesitan hacer practicas jurídicas por los temas que sea. Que una televidente no sigue la publicidad, francotirador en el edificio de frente al canto y ¡zas! en todo el corazón. Que uno se toma a guasa el titular periodístico del presidente, envío de comando atrapa cachondos y ¡a la perrera con él!. Que uno no aplaude y deja paso a las excelencias y autoridades que se encuentre a lado, al túrmix o a la picadora y que hagan pienso con su body para llevarlo al banco de alimentos. Que un ciudadanoa no tiene tele o no vota, al saco de los desperdicios con él. Que no escucha la publicidad o que no reza sus oraciones antes de dormir, ¡pues a la picota! La cosa es divertida y va para largo. ¡A reír que eso ayuda al diafragma y a la circulación sanguínea!
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